EL GRAN LIBRO DE DIOS
Parte 1 | Lección 1
Escrito por Ellen Bailey
Ilustrado por Raman Bhardwaj

¡Tendremos que hacer un aterrizaje forzoso!" le dijo el piloto a su ayudante, "y ahí debajo no hay sino selva y el enemigo, y nativos que son peligrosos."
El avión se detuvo de un salto en una pequeña barranca. Los hombres estaban malamente golpeados, pero no tenían heridas de importancia. Abandonaron el avión y comenzaron a deslizarse a través de la selva. Estaban atemorizados. Seguramente alguien habría visto el aterrizaje forzoso del avión y los andarían buscando. De pronto, los hombres vieron delante de sí un pequeño claro en la selva que estaba alrededor de una aldea. No sabían a dónde ir para ponerse a salvo, así que decidieron permanecer escondidos y vigilar el lugar. Había mucho aseo y orden. No se parecía a los caseríos de las otras islas donde ellos habían estado apostados. A la gente de la aldea también se la veía aseada. Finalmente uno de ellos dijo: "Vayamos y entreguémonos, porque si nos quedamos en la selva, moriremos."
Cuando entraron en la aldea, los nativos los recibieron, pero no con garrotes o armas. Se acercaron sonriendo, saludaron a los aviadores y los condujeron a una chocita limpia. Les dieron de comer y después los nativos les enseñaron el Libro.
¡Cuán felices se sintieron los aviadores cuando vieron el Libro! Ya no sintieron más temor. Podían confiar en esa gente que amaba el Libro.
Los nativos fueron muy buenos con los viajeros. Los alimentaron y los cuidaron como si fueran sus propios hermanos. Después de varios días de planear y de esperar, los nativos los ayudaron a ponerse en contacto con las fuerzas de su ejército.

¿Cuál era ese maravilloso libro que había convertido a feroces salvajes en personas bondadosas? Era un libro muy apreciado que se llama la Biblia. Hace cientos de años, aún antes de que Colón descubriera a América, la gente amaba ese libro. En aquel tiempo, sólo unas pocas personas tenían copias de la Biblia, pues tenía que ser escrita toda a mano, copiada letra por letra. Había tan pocas copias de la Biblia, que sólo contadas personas tuvieron la oportunidad de leerla.
La gente pagaba mucho por el privilegio de ir a casa de alguien que tenía una Biblia para poder leerla. Un agricultor oyó que alguien tenía una Biblia y le dio una gran carga de heno por el permiso de leerla una hora diaria.
Las personas que pagaban tanto por leer la Biblia, también arriesgaban sus vidas cuando la leían, pues los soldados iban por las aldeas y las ciudades buscando este precioso libro. Si en la casa de alguien se encontraba una Biblia, la persona era encarcelada o condenada a muerte y la Biblia era quemada. Aunque era tan peligroso ser sorprendido, la gente continuaba leyendo la Biblia en lugares secretos en sus casas, con las puertas totalmente cerradas.
En la portada de una vieja Biblia se encontró escrita esta oración: "Señor, permite que conozcamos y guardemos bien Las Sagradas Escrituras y que al fin, suframos alegremente algún castigo por tu causa." Las personas que leían la Biblia sabían realmente que penoso era, porque eran perseguidos como animales salvajes y tenían que vivir en los solitarios valles de las montañas y en cavernas. Muchos que fueron sorprendidos leyéndola, perdieron sus vidas.
Después de centenares de años, un hombre llamado Gutenberg encontró la manera de producir libros impresos. El primer libro que imprimió fue la Biblia, pero aún se prohibía a la gente que la leyera y quemaron todas las copias que se pudieron encontrar.

Algunos hombres piadosos que amaban la Biblia, iban por todo el país como vendedores ambulantes, vendiendo agujas, alfileres, botones y ropa, y llevando ocultas algunas copias de la Biblia. Cuando llegaban a una casa donde la gente estaba hambrienta de oír la lectura de la Biblia, sacaban una copia y se la leían. Algunas veces dejaban una Biblia con la familia y ellos la compartían con otros.
Una señora que le había comprado una Biblia a uno de los vendedores, estaba un día en la cocina preparando la masa para hacer el pan, cuando una vecina llegó corriendo a su casa y le dijo que los soldados del rey se acercaban. "Esconde tu Biblia," le dijo. Rápidamente la señora comenzó a buscar un lugar donde esconderla. De pronto se acordó de los panes que tenía sobre la mesa. Rápidamente envolvió la Biblia en un pan sin hornear y la escondió allí. Cuando los soldados entraron a su casa, buscaron y buscaron, pero no la encontraron.
Hoy la gente tiene libertad para leer la Biblia en casi todos los países, aunque en algunos lugares es difícil conseguir una copia. Aquí, y en muchos otros países, el que quiera un ejemplar puede comprarlo en casi cualquier librería. Sin duda, tu querrás leer este precioso libro que tanta gente ha amado.
La próxima lección es una historia de La Biblia. Es una historia acerca del gran reloj de Dios.
En la Pista de la Historia Sagrada
¿Tienes facilidad para encontrar cosas? En cada aventura verás con qué rapidez encuentras algunos libros en La Biblia. Esto te ayudará a encontrar las historias y versículos que quieras leer.
Nuestra Primera Aventura
Abre tu Biblia. ¿Cuál es el nombre del primer libro? ¿Cuántos capítulos tiene ese libro? Busca el primer libro de la segunda parte de tu Biblia, el Nuevo Testamento. Busca también el último libro.
Pasa las páginas hasta que encuentres el libro más largo, el libro de Los Salmos. El capítulo más largo es el Salmo 119. Busca allí el versículo 11.
Versículo Del Cofre de Tesoros
Salmo 119:11 es nuestro primer versículo de memoria. En cada lección vas a encontrar un versículo de La Biblia que debes recordar. A éste vamos a llamarlo el Versículo del Cofre de Tesoros.
"En mi corazón he guardado tus dichos para no pecar contra tí."
Salmo 119:11 | RVR
